Reservamos un tiempo concreto del día y un lugar adecuado. Los diferentes autores recomiendan al menos un tiempo de media hora diaria. Hay una serie de condiciones a tener en cuenta para la práctica formal:
En primer lugar es importante tener un espacio reservado para ello, a fin de evitar el tener que decidir cada día dónde realizarla. Es suficiente un rincón sencillo, limpio y ordenado, en el que, si nos apetece, podemos disponer de algún objeto que nos parezca apropiado, como puede ser una vela, incienso, una imagen, una flor…Es aconsejable que sea un lugar relativamente silencioso e íntimo, en el que puedas estar sin que nadie te interrumpa.
Es también necesario reservar un tiempo concreto en tu agenda. Puede ser al comienzo del día o al final de tu jornada. Depende de los biorritmos de cada uno y de la agenda concreta que encuentres el momento para ti idóneo. Es importante que, sin rigideces, el horario de tu práctica sea el mismo cada vez, así se va creando una disposición en ti al acercarse la hora. En general ten en cuenta que es importante que a esa hora estés bien despierto, no excesivamente cansado ni haciendo una pesada digestión, pues todo eso dificultará tu práctica.
Es conveniente emplear una postura estable, con la que nos sintamos razonablemente cómodos, y que nos permita la quietud durante el tiempo que hayamos estipulado. Las posturas más utilizadas son la de acostado, sentado en una silla o sentado en un cojín de meditación. En las posturas sentadas es esencial que nuestra espalda esté recta, para facilitar el flujo de energía. El cuello recto y la nuca desbloqueada, para lo cual recogemos ligeramente la barbilla hacia la garganta. Los hombros relajados, para lo que los separamos de las orejas. Si estamos en una silla, los pies se apoyan en el suelo y las piernas paralelas.
Los ojos pueden permanecer cerrados o semiabiertos, en cuyo caso fijamos la mirada en el suelo ante nosotros como a un metro de distancia, desfocalizando la mirada. Las manos sobre el regazo o sobre las rodillas, pueden adoptar alguno de los mudras de meditación tradicionales.
La postura tumbada puede tener el inconveniente de la somnolencia, pero si no la sentimos es idónea para algunas de las prácticas. Si elegimos esta postura, permanecemos boca arriba con las piernas ligeramente separadas y las manos a los lados del cuerpo con las palmas hacia arriba.
Podemos también disponer de una manta por si tenemos frío, así como cuidar que la iluminación sea la adecuada. Ayuda disponer de un temporizador que podemos programar para que nos avise cuando transcurra el tiempo elegido.
Ahora tan sólo queda que te animes a comenzar con la meditación y a descubrir la fuente de paz profunda que reside en ti.