Algunos de los efectos psicológicos que una persona practicante puede percibir a lo largo del tiempo son:
- Mayor apertura hacia el momento presente y hacia lo que sucede.
- Paulatina separación o relativización de los propios pensamientos, lo que conduce a una toma de conciencia de que éstos son transitorios: aparecen, permanecen durante un tiempo y desaparecen.
- Mayor capacidad de sostenerse en las emociones, incluso en las más dolorosas o difíciles.
- A menudo, un estado de calma que surge de la silenciamiento de la mente.
- Mayor aceptación de las circunstancias vitales.
- Despliegue de la conciencia sin elección, que se traduce en la capacidad de permanecer abiertos a lo que hay, sin buscar una finalidad a las cosas.
- Drenaje de contenidos subconscientes.
- Cambio de enfoque a la hora de percibir los problemas en nuestra vida, permitiéndonos ver nuevas y creativas formas de solución.
- Mayor flujo con las situaciones del día a día sin necesidad de controlarlas.
- Integración de emociones rechazadas.
- Despliegue de una actitud amigable y amorosa hacia uno mismo, lo que conlleva a un profundo bienestar y a trasladarlo a las relaciones con los demás.
- Despliegue de la capacidad de atención.
- Ampliación de la autoconciencia.
- Reducción del estrés y mayor capacidad de gestión del mismo.
Otros efectos comprobados en el ámbito de la salud son:
- Aprender a respirar mejor.
- Aprender a relajar cuerpo y mente.
- Aumentar la flexibilidad corporal.
- Regular la presión arterial.
- Influir en el sistema inmunitario: Atenuación de la secreción de la hormona cortisol de respuesta al estrés.
- Mejorar la calidad del sueño.
- Mejorar los hábitos alimentarios.
- Recargar energía del propio cuerpo.
- Reducir el malestar psicológico (ansiedad, depresión, hostilidad, somatización).